Quiso el destino que agosto fuera el mes en que desaparecieran tanto Federico García Lorca como Chavela Vargas, artistas de muy diferentes espacios y circunstancias, pero unidos a la vez por muchos y sorprendentes hilos invisibles. Hilos que salieron a la luz en “El Ruiseñor y la noche”, un hermoso documental que fue dirigido por Rubén Rojo Aura en 2015 y que te recomendamos encarecidamente.
Lorca, 19 de agosto: una noche sin luna
Es curioso que el más universal de los poetas españoles descanse en una fosa común. Su asesinato es probablemente el icono más reconocible de la barbarie que supuso la guerra civil española. Federico fue asesinado una noche si luna, en palabras de uno de sus mejores biógrafos. Tragedia que ejemplifica el destino de demasiados españoles. Miles de cuerpos de personas de uno y otro bando quedaron desperdigados por el territorio español. La familia ha expresado en muchas reiteradas ocasiones que no creen conveniente exhumar su cadáver pues en nada ayudaría, a su criterio, a la memoria de aquel crimen.
Chavela, 5 de agosto: la luna grande
80 años después que Lorca, se iba Chavela Vargas. Tenía en común con Lorca su condición homosexual, su desafío a los convencionalismos sociales y su vinculación con el arte de raigambre más popular. Pero la admiración de Chavela hacia el poeta alcanzó su mayor intensidad con la permanencia de la cantante mexicana en la Residencia de Estudiantes. Chavela se alojó a finales del siglo pasado en la que años atrás había sido la habitación de García Lorca. Contaba que todas la tardes la visitaba un ruiseñor que, a su parecer, era sin duda el alma de Federico. De ese encuentro espiritual surge Luna grande, un disco de homenaje al poeta granadino.
Despedida en la Residencia
Chavela murió con 93 años cumplidos. Una vida larguísima, especialmente si consideramos lo poco que se cuidó. Quienes la conocieron muy de cerca, dicen que el último año se aferró a la vida con un único propósito: regresar a Madrid y cantarle a Federico por última vez en el lugar donde se “reconocieron”: la Residencia de Estudiantes. Así fue. En julio de 2012 vino a Madrid y recitó y cantó a Federico. Fue la última vez que se la vio en público. Un mes después, ella misma se convertía en ruiseñor.