Foto cortesía de pexels-rodnae-productions-
La riqueza de esta lengua que compartimos casi 600 millones de personas tiene estas cosas: en algunos países de Hispanoamérica se ha introducido un segundo dativo para preguntarle a alguien cómo se encuentra, lo cual supone además enfatizar un interés real o fingido en que las cosas vayan bien. Ahí es nada: el dativo ético. Si te interesa saber más sobre esta forma tan cariñosa de saludar y si es o no correcta, a continuación, te lo explicamos.
El dativo ético
El llamado dativo ético es un dativo superfluo. Es decir, no hace ninguna falta ponerlo. Si lo añadimos, si algunos hispanohablantes americanos optan por usarlo, no es porque aporte ninguna información. Lo que aporta es mayor calidez en el trato.
Por consiguiente, no tiene mucho sentido usarlo en la lengua escrita, máxime si estamos redactando una carta formal, a no ser que queramos imitar la oralidad. Pero en el lenguaje coloquial no es incorrecto. Y aunque marginal, desde el punto de vista sintáctico, no lo es tanto desde la pragmática, es decir, desde las circunstancias en que el contexto influye en el significado.
¿Cómo me le va?
Ese “me” es un pronombre átono que indica que yo también soy afectado por la acción del verbo. O sea, que me importa que a la persona a quien pregunto se encuentre bien. A todos nos gusta sentir que, cuando nos preguntan cómo estamos, realmente se están interesando por nosotros. Y esto lo consigue un hablante cuando pregunta “¿Cómo me le va?”
Otros ejemplos de implicación del hablante a través de un dativo ético, aunque no siempre tan amables, son:
“No te me vas a escapar” (ya te considero algo mío).
“Javier se me comió la tarta entera” (la tarta también era mía).
Mi amor
El uso del dativo ético para entablar conversación puede incluso azucararse más. A algunos les resultará empalagoso, no cabe duda. Pero en muchos países hispanoamericanos, como Colombia o Venezuela, es normal escuchar “mi amor” de alguien que acabamos de conocer. Por ejemplo, cuando entramos en un mercado y empezamos a deambular entre las tiendas. Los vendedores y vendedoras tratarán de engatusarnos mostrándonos “su amor”.
Es algo que, ciertamente, no ocurrirá en España donde la gente no es tan querendona y el lenguaje es más cortante. Por eso, algunos españoles se emocionan cuando llegan a Venezuela y escuchan por primera vez unas palabras que quizás no les habían dirigido nunca, ni siquiera en su casa. Pero cuidado, es solo una forma de hablar. No te has vuelto irresistible de un día para otro.