Es, sin lugar a dudas, el mayor signo de distinción de nuestra lengua. Motivo de orgullo para los castellanohablantes, pero también de dificultades. Cuantas veces, rellenando un formulario en Internet, se nos dice que ese signo que ponemos sobre la n, conocido como virgulilla, no es válido. De manera que, si tu apellido es Núñez, y estás a punto de entrar, por ejemplo, a los Estados Unidos, tendrás que conformarte con que el mismo se quede en Núnez en el fomulario de migración. Veremos de dónde salió esta letra y cómo ha llegado hasta nosotros.

Un origen medieval

Este signo se inventó, como tantas cosas que hoy damos por hechas, en la Edad Media. Claro, las circunstancias pueden parecernos algo extrañas. Acostumbrados como estamos hoy a escribir y corregir en nuestras pantallas, cuesta imaginarse la labor de los copistas que en la Edad Media se dedicaban a hacer posible que se extendiera la cultura escrita. Como seguramente sabrás, estos copistas eran casi siempre monjes, pues en los monasterios estaba la poca gente que sabía leer y escribir. Y además de rezar y trabajar la tierra, un monje del siglo XII pasaba su tiempo en la biblioteca copiando libros.

Como toda persona que realiza tareas repetitivas, siempre surge la creatividad para ahorrarse un poco de tiempo. De manera que aquellas clérigos, cuando tenían que copiar dos “n” seguidas, muy común en latín, inventaron un método que redujera el esfuerzo. Le pusieron un rasgo arriba, una rayita con forma de onda. Algunos le dicen culebrilla y otros palito de la n. Es la virgulilla

La ñ se abre paso

Con el tiempo, esta letra que supone un sonido nasal palatal fue la opción preferida para representar un sonido que también se representaba con conjuntos de letras como estos: nn, gn, ni. En otras lenguas romances, la evolución fue diferente, pero en gallego y en castellano Alfonso X el Sabio optó por la más económica. ¿Por qué expresar con dos letras lo que se puede hacer con una? en el siglo XIII, optó por la ñ como mejor solución para evitar confusiones. Antonio de Nebrija la recogería en su primera gramática, la de 1942. Y algunas lenguas amerindias, como el mixteco, el zapoteco, el otomí, el quechua, el aimara, el mapuche o el guaraní, la incorporaron también a su vocabulario.

Reivindicación de la ñ

La ñ ha tenido, como vemos, éxito y buena salud durante siglos. Pero con la llegada de Internet y la fuerza predominante del inglés, la ñ se ha ido quedando marginada. No obstante, la reivindicación de los castellanohablantes ha hecho posible que, desde 2007, se pueda utilizar la ñ en los dominios de la red. Claro que de poco sirve si compramos una computadora sin esa letra. Siempre hay soluciones técnicas, pero no cabe duda de que esta letra, tan nuestra, tiene amenazado su futuro.