Todos sabemos que las palabras pueden ser polisémicas. Es decir que, dependiendo del contexto en que se usen, pueden tener diferentes significados. Lo que ya no es tan común es que una palabra pueda significar una cosa y su contraria. Eso es justamente lo que sucede con un adverbio: “luego”. Aunque conviene precisar que estas diferentes acepciones se usan con mayor o menor frecuencia, dependiendo del lugar castellanohablante donde nos encontremos. Te explicamos a continuación los significados de la palabra «luego».

El origen de «luego»

El adverbio «luego» proviene de un sustantivo latino, locus, que, como ya habrás adivinado, significa lugar. En latín vulgar, que es lo que se hablaba en la diferentes regiones del imperio romano antes de que se formaran las lenguas romances como las nuestras, se utilizaba la expresión in loco para decir “en ese lugar”.

Pero pronto hay un desplazamiento semántico y en los primeros pasos de nuestro idioma ya encontramos la palabra “luego”, pocedente de locum, con significado temporal. ¿Qué quiere decir eso del desplazamiento semántico? Que cambia el significado. Es común, pues las lenguas están vivas y evolucionan. Lo que era adverbio de lugar se convierte en adverbio de tiempo.

Luego como adverbio de tiempo: inmediatamente o más tarde

Ese significado temporal de «luego» comenzó siendo, muchos siglos atrás, el equivalente de enseguida. Es decir, se usaba para aclarar que algo va a suceder inmediatamente. Pero con el paso del tiempo, se empezó a usar también para lo contrario. Es decir, como adverbio que expresa que algo sucederá o se hará “mas tarde en el tiempo”. Así lo recoge el famoso Diccionario de Maria Moliner. Este brinda las dos acepciones que hemos mencionado. También se refiere a otra acepción más de la que, en esta breve nota, no hablaremos. Y es que «luego» puede ser también una conjución que equivale a “por consiguiente”, «por lo tanto» o «así que».

1. Pronto o enseguida. Suele ir precedido de “muy”: “Muy luego comprobó las consecuencias”.

2. Después. Más tarde en el tiempo o más adelante en el espacio, sin distar mucho del momento o punto en que se habla o de que se habla: “Luego iré contigo”.

3. Expresa que la oración a que afecta es consecuencia de la oración principal a la que sigue siempre: “Yo no estaba allí, luego no pude oírlo”.

Esta polisemia (una palabra con diferentes significados), como hemos dicho, no es igual en todo los lugares donde se habla castellano. La acepción de luego como “inmediatamente” es muy normal en América, en Canarías y también en la provincia de León, en España. En el resto de la península ibérica, predomina la segunda de las acepciones. Aunque ambas pueden coexistir. Obviamente, tal ambigüedad conlleva en ocasiones confusiones o malentedidos. Miremos este ejemplo que bien podría ser un diálogo entre un salvadoreño y un asturiano.

  • Ojalá se arreglen las cosas luego.
  • ¿Por qué luego? Que se arreglen ya.

Palabras vivas

El curioso caso de la palabra “luego” nos permite ejemplificar como las lenguas están vivas. Y lo que una palabra significaba hace muchos años puede terminar sirviendo para decir otra muy distinta. Simplemente, las lenguas evolucionan. Si no lo hicieran, muchos de nosotros seguiriamos hablando latín. ¿Por qué unas evolucionan de una forma y otras de otras? Los factores son múltiples: influencias de otras lenguas, metáforas, economía, casualidades… El caso es que «villano» no es hoy lo mismo que en 1495, cuando servía para señalar a quien vivía en una villa. Y «formidable» es un adjetivo que, en el siglo XVIII, designaba algo que daba miedo. Por tanto, no seamos cómodos y saquémosle todo el provecho a las palabras si tenemos que escribir algo. Cuanto antes, que “pa luego es tarde”.