Foto: Ignacio Latierro, cofundador de Lagun.
JAVIER HERNANDEZ JUANTEGUI (EL PAÍS)
En nuestro tiempo, cercados por la competencia de Amazon, la piratería y el libro digital (entre otros), las pequeñas librerías que antaño ofrecieron cobijo y calor en nuestras ciudades van echando el cierre. Lo mismo en Buenos Aires que en Caracas. Igual en Madrid que en Lima. Esta de la que te vamos a hablar está en San Sebastián y tiene los días contados. Su extraordinario valor está en haber resistido a los enemigos de la cultura de uno y otro signo. “Lagun” (amigo en euskera) no sucumbió ni ante la ultraderecha que en los años 70 trataba de evitar el regreso a la democracia en España, ni ante los asesinos de ETA. Pero el mercado globalizado va a terminar con su más que digna trayectoria.
Una apuesta por la libertad y la cultura
En 1968, María Teresa Castell e Ignacio Latierro decidieron abrir una librería en el casco viejo de San Sebastián, en el norte de España. Eran años complicados. La dictadura de Franco entraba en la recta final y la banda terrorista ETA comenzaba su actividad criminal que segaría la vida de más de 800 personas. Eran tiempos de libros prohibidos, que se podían adquirir en la trastienda de esta librería. No, Lagun no era una librería cualquiera. Se sitúo inequívocamente a favor de la libertad y de la democracia. Por tal razón, sus creadores apoyaron una huelga general en protesta por los juicios militares contra ETA que terminó llevando a su fundadora a la cárcel y a la ultraderecha a lanzar una bomba contra su establecimiento.
De un totalitarismo a otro
Si dura fue la batalla contra el sector más intransigente del franquismo, peor fue la que vino tras la muerte del dictador y el endurecimiento de ETA. Los libros y el totalitarismo nunca se han llevado bien. Así que los asesinos de la banda terrorista vertieron todo tipo de amenazas contra un reducto de libertad e independencia donde los clientes podían hablar y leer con libertad. En 1996 los jovenes cachorros aprendices de terroristas rompieron su escaparate y quemaron sus libros en la plaza mayor de la ciudad. En el año 2000, ETA trató de matar a José María Recalde, esposo de la fundadora de la librería, con un tiro que le atravesó la mandíbula. Recalde, que en aquel entonces era consejero de Educación del gobierno socialista de Euskadi, cuenta en Fe de Vida como se fraguó su oposición al siempre peligroso nacionalismo romántico.
La raza de los valientes
En una hermosísima reseña escrita en 2017, un profesor vasco daba fe de lo que había significado esa librería para su formación intelectual y moral. Ese lugar donde se congregaban Savater, Lacalle o Javier Pradera cuando iban a San Sebastián. La discreta raza de los valientes que nunca cedió ante los cobardes de uno u otro signo. Sus integrantes, con escolta o sin ella, nunca bajaron la cabeza ni se sometieron a las amenazas. A ellos se lo debemos casi todo. Si un milagro no lo remedia, Lagún cerrará sus puertas este verano, pero su sombra seguirá cobijándonos mientras nuestra memoria no se extinga.