Se cumplen este mes de diciembre 150 años de la publicación de un folleto que cambiaría la historia de la literatura argentina. Corría el año 1872 y en la imprenta de La Pampa se lanzaba la primera edición de un poema narrativo escrito por José Hernández. Su título: El gaucho Martín Fierro.

Un fenómeno popular

Los versos que contaban las desventuras de un gaucho, como se le decía al mestizo resultante de un hombre blanco y un indígena que vive en las llanuras (diestro con el caballo y con el cuchillo), reclutado para servir en un fortín fronterizo, no llamaron la atención de la intelectualidad de la época. Pero su buena acogida entre el pueblo llano fue inmediata. Y eso que solo el 20% de la población de aquel tiempo sabía leer y escribir. Las desventuras de este hombre, que termina viviendo fuera de la ley, narradas con un frescura asombrosa, atrapan desde los primeros versos:

Sosegao vivía en mi rancho,

como el pájaro en su nido.

Allí mis hijos queridos

iban creciendo a mi lao…

Sólo queda al desgraciao

Lamentar el bien perdido.

Hernández supo acertó con el tonó y con el alma más profundo de las clases populares que pronto se sintieron identificadas con el personaje. Era evidente que el poema relataba una vida en la que muchos se veían reflejados: “males que conocen todos / pero que naides contó”.

Antecedente de la canción protesta

Cuando Hernández publica su poema, gobernaba en Argentina Domingo Faustino Sarmiento (presidente entre 1868 y 1874), quien dispuso las levas forzosas de gauchos para pelear “contra el indio”. Su visión de los gauchos no era precisamente idealizada y así lo dejó escrito en una carta a un militar: “No trate de economizar sangre de gaucho. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes”. Por tal razón, los lectores vieron en este poema una protesta que dejaba en evidencia lo atropellos que la población más humilde sufría de parte de los dirigentes.

Símbolo de la identidad nacional

En 1913, Leopoldo Lugones, el literato más importante de su época, proclamó el Martín Fierro como el poema épico de Argentina. Consecuentemente, el gaucho era un arquetipo de la identidad nacional. O sea, alcanzó dimensiones míticas. No es extraño entonces que desde entonces importantes escritores argentinos dedicaron su talento a escudriñar en la figura del gaucho. Borges le dedicara al Martín Fierro varios ensayos y algunos inolvidables relatos. No obstante, tal identificación del alma nacional con el gaucho no está exenta de polémica. El mismo Borges advirtió que el personaje Martín Fierro, rebelde y transgresor de las leyes, conecta con una visión antiliberal poco edificante para una nación. Para algunos su relación con el peronismo es evidente. No obstante, es un debate abierto y con múltiples aristas.

Sabiduría popular

Algunos versos del Martin Fierro forman parte de la sabiduría popular argentina. Nadie ignora, por ejemplo, aquello de que “Los hermanos sean unidos / porque esa es la ley primera”. Te dejamos con otra serie de versos archiconocidos que ya se han convertido en clásicos y que merece la pena refrescar:

 

«Al que es amigo, jamás / lo dejen en la estacada / Pero no le pidan nada / Ni lo aguarden todo de él / Siempre el amigo más fiel / es una conduta honrada»

«Lo que pinta este pincel / ni el tiempo lo ha de borrar; / ninguno se ha de animar a corregirme la plana; / no pinta quien tiene gana / sino quien sabe pintar».

«Hay hombres que de su ciencia / Tienen la cabeza llena; / Hay sabios de todas menas, / Mas digo sin ser muy ducho / Es mejor que aprender mucho / El aprender cosas buenas».

«Un padre que da consejos, / Más que padre es un amigo / Y así como tal les digo / Que vivan con precaución / Que nadie sabe en qué rincón / Se esconde el que es su enemigo».