«Subir para arriba» o «bajar para abajo» son expresiones que algunos usamos a menudo y que no falta quien critique por considerarlas poco menos que absurdas. ¿Son o no correctas? Trataremos de darte una buena explicación en esta entrada. Si sigues leyendo aprenderás (o recordarás) lo que es un pleonasmo y verás porque no siempre está tan mal repetirse.
Qué son los pleonasmos
La palabra pleonasmo procede del idioma griego y puede ser traducida como redundancia. Son palabras que no son necesarias. Se podrían eliminar porque no hacen más que reiterar lo que ya se ha dicho. Pero el truco es que tal redundancia genera una expresividad que, en la comunicación, también es importante. Veamos ejemplos de pleonasmos que resultan ser bastante útiles:
- Me lo dijo con una sonrisa en los labios (obviamente, la sonrisa solo se dibuja en los labios).
- Cállate la boca (serviría con decir “cállate”, pero el pleonasmo le añade fuerza y contundencia).
- El vehículo voló por los aires tras salirse de la carretera (volar solo puede hacerse por los aires).
Te habrás fijado que las tres anteriores son expresiones muy comunes. Seguramente las hemos usado. Y, sin embargo, podríamos haber recurrido a oraciones más cortas y darnos a entender perfectamente. ¿Qué añadimos haciéndolas más largas? Nada más y nada menos que expresividad.
Pobreza lingüística o estilo
Como nunca faltan quienes se creen más puros que nadie, alguna vez puede que escuches a alguien decir que expresiones como “subir para arriba”, “bajar para abajo” o “entrar para adentro” son incorrectas. ¿Y para donde va a subir uno si no es para arriba? Hay que decir que esta frase se escucha más comúnmente en España que en Hispanoamérica. ¿Por qué nos hemos acostumbrado a hablar así y no decir simplemente “subir”? ¿Es un problema de pobreza lingüística? Ni mucho menos. Hay una clara intención expresiva o enfática en el origen de estas expresiones que ha pervivido en el habla en algunos lugares, especialmente en España. A día de hoy, poco aportan. Por consiguiente, por una cuestión de estilo, debemos evitarlas cuando escribimos.
Así que si te toca revisar un texto, trata de pulirlo y librarlo de excesivos pleonasmos, a no ser que cumplan claramente una función expresiva, como en los ejemplos que pusimos arriba (no es lo mismo decirle a alguien «cállate» que «cállate la boca», ¿verdad?) Pero incorrectos no son. Puedess usarlos sin sentirte mal. Y recuerda: no todo es economía en el lenguaje; las reiteraciones también cumplen su papel. Pleonasmos sí, gracias, pero sin abusar.