¿Alguna vez has manifestado que no te gusta como hablan el castellano los que viven en tal o cual país? ¿Crees que hay variantes dialectales más recomendables que otras? Cuidado, puedes estar protagonizando un tipo de discriminación conocido como glotofobia, al que hoy no le prestamos demasiado atención. Somos muy cuidadosos en no incurrir en un lenguaje excluyente o en no discriminar a nadie por su orientación sexual. Pero ¿son todas las formas de hablar igualmente respetables? Recientes investigaciones nos demuestran que la glotofobia, es decir, la discriminación por los acentos está muy presente entre nosotros. En este mes de febrero, el suicidio de una niña en Cataluña discriminada por varias razones, entre ellas su acento, nos recuerda que el problema es más grave de lo que puede parecer.

La glotofobia: un neologismo que descubre una realidad oculta

La palabra glotofobia está compuesta por dos términos: gloto (lengua) y fobia (rechazo). No es una palabra antigua, sino que fue acuñada por un académico francés recientemente, tras descubrir que 10 millones de franceses sufrían discriminación por su modo de hablar. En Francia, si eres un personaje público y no hablas como un parisino, puedes ser objeto de burlas en las redes sociales. Una discriminación que, sin embargo, recibe poca atención por parte de quienes siempre parecen estar vigilantes ante las desigualdades.

Una discriminación más tolerada que otras

El presidente de una comunidad autónoma en España, refiriéndose a las personas de otra comunidad, dijo en cierta ocasión que “en Andalucía hablan castellano, pero a veces no se les entiende”. ¿Pueden imaginarse un comentario similar referido al exceso de kilos o al color de la piel? Inimaginable. Pero, curiosamente, reírse de cómo habla la gente no está tal mal visto.

¿Xenofobia o glotofobia?

¿No es la glotofobia una forma sutil de xenofobia? Cuando alguien se burla de como hablan los ecuatorianos o los gallegos ¿no está menospreciando toda una cultura? En una universidad de California se realizó un estudio que demostró que la clasificación intuitiva que se hace de las personas, valorándolas por su forma de hablar, es aún más fuerte que el sesgo que se produce por el lugar de procedencia o la raza. Así que seamos claros: nuestro idioma está presente en buena parte del mundo y su gran riqueza reside, entre otras cosas, en la gran variedad de acentos con el que se habla, todos ellos igual de válidos y de dignos. Ser consciente de nuestros prejuicios es siempre el primer paso para superarlos.