Te explicaremos qué es una buena adecuación de texto poniendo como ejemplo el libro más importante en lengua castellana. Hablamos, por supuesto, de la obra cumbre de Miguel de Cervantes. Nadie duda de su calidad. Y, sin embargo, poca gente ha leído completas las aventuras de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Según las estadísticas oficiales, solo dos de cada diez españoles lo han hecho, pero son muchos menos quienes afirman haberlo entendido bien. Algunos hemos tenido que empezarlo varias veces durante nuestra etapa de estudiantes y, con inevitable vergüenza, hemos sentido que no podíamos concluirlo. ¿Cómo es posible que el buque insignia de nuestra literatura se nos atragante? ¿Qué está fallando?

¿Por qué no podemos acabar la lectura de El Quijote?

Puede que la culpa sea de que nos obligan a leerlo cuando somos muy jóvenes y aún no estamos preparados para saborear todo lo que tiene que ofrecernos. Ya saben aquel refrán que reza que “no está hecha la miel para la boca del asno”. O quizás el problema sea que es una novela demasiado larga. O, simplemente, que está escrito en un lenguaje que ha perdido vigencia y, por lo tanto, no es facilmente comprensible por los lectores del siglo XXI. Es en este punto donde queremos detenernos. Quizás aún no te has enterado, aunque ya han pasado cinco años de la publicación de libro del que queremos hablarte. El escritor Andrés Trapiello empleó 14 años en “traducir” El Quijote para que podamos entenderlo mejor.

Por supuesto, este gran trabajo de Trapiello no está exento de polémicas. No falta quien ha acusado al escritor de haber mancillado una obra cumbre de la literatura mundial. Como si no estuviéramos acostumbrados a leer traducciones de libros escritos en todas las lenguas. Así todo no faltan los puristas. Pero la mayoría de los críticos y, sobre todo, de los lectores se lo hemos agradecido.

¿Qué es una buena adecuación de texto?

Al fin y al cabo, Miguel de Cervantes, como cualquier escritor, lo que pretendía cuando dio vida al caballero de La Mancha era hacerse entender. En Escribir Bien y Claro, dado que una de tareas a las que dedicamos nuestro tiempo es adecuar los textos que otros escriben para hacerlos comprensibles, celebramos que Don Quijote sea al fin asequible para todo el mundo. No olvidemos que para que emisor y receptor se entienda, ambos tienen que compartir el mismo código. Veamos un ejemplo. Así comienza el Quijote “adecuado” por Trapiello:

«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho un hidalgo de los de lanza ya olvidada, escudo antiguo, rocín flaco y galgo corredor”.

¿Te has fijado? El “traductor” ha cambiado “lanza en astillero” por “lanza ya olvidada”. Y también “escudo antiguo” por “adarga antigua”. ¿Acaso sabíamos que significaba “en astillero”? Parece evidente que ahora se entiende mejor. Esa es la labor de una buena adecuación de texto: facilitar la comunicación sin perder las propiedades del estilo.

Las obras literarias no son sagradas. Bien merece la pena adaptar el lenguaje de Cervantes para disfrutar mejor de todo lo que mucho que tiene que ofrecernos. Ya hace más de cinco años que llegó a las librerías este libro y, desde entonces, miles de lectores hemos agradecido el esfuerzo y respiramos aliviados. Ojalá hubiéramos tenido esta versión cuando íbamos al instituto. Pero, al menos, nuestros hijos podrán acercarse con más confianza al caballero de la triste figura. Y es que, gracias a una buena adecuación de texto, al fin Don Quijote de la Mancha se hace entender.