Siglos atrás, ser clérigo no era lo mismo que serlo en nuestros días. Por aquellos tiempos, muchos hombres o mujeres abrazaban la vida religiosa porque tal condición les facilitaba dedicarse a cultivar las humanidades. No necesariamente sentían una profunda vocación religiosa. Algo así debió de ocurrirle a Sor Juana Inés de la Cruz o a Erasmo de Rotterdam. De este último, el pensador humanista nacido en Holanda tal día como hoy del año 1466, nos ocuparemos en esta entrada del blog. Y la razón es, ni más ni menos, que la fecha el nacimiento de Erasmo ha sido escogida, desde hace algunos años, como el Día Internacional del Corrector de Textos. Es decir, eso que hacemos en esta página. ¿Quieres saber más sobre por qué Erasmo fue escogido para homenajear esta profesión? Te lo contamos a continuación.

Erasmo de Rotterdam

Erasmo de Rotterdam ha pasado a la historia como un gran humanista de su tiempo. Criticó los vicios de su Iglesia y abogó toda su vida por el libre pensamiento. Nada le era tan antipático como el autoritarismo y se dice que sus traducciones del Nuevo Testamento influyeron poderosamente sobre los reformistas protestantes. Su devoción por Socrates habla bien de su apertura mental y su compromiso con la verdad. A él se le atribuye la frase: Sancte Socrates, ora pro nobis. Además de en su Holanda natal, vivió en Inglaterra y en Italia. En este último lugar fue donde trabajó en una imprenta. A pesar de que recibió ofertas mucho mejores para dar clases, las rechazó una y otra vez. Quizás le gustaba trabajar entre palabras y dedicarse meticulosamente a verificar que la letra escrita llegara a los lectores de la mejor forma posible. Bien merecido tiene entonces que su nombre se asocié también, desde 2006, con el trabajo de corrección de textos.

Elogio de la locura

Escribió mucho, pero ninguna de sus obras ha llegado a ser tan conocida como el Elogio de la Locura. Entiéndase locura como tontería o estulticia. En esta obra, el humanista, con notable sarcasmo, pasa revista a la estupidez, la ceguera y la corrupción con que se conducen en su tiempo príncipes y ministros de la Iglesia. Su obra fue censurada por el Concilio de Trento. Pero sus inteligentes reflexiones, puestas en boca de la propia estulticia, han llegado hasta nuestros días y, su talante irónico resulta de sorprendente actualidad:

No tengo por sabios a esos que consideran que el alabarse a sí mismo sea la mayor de las tonterías y de las inconveniencias. Podrá ser necio si así lo quieren, pero habrán de confesar que es también oportuno. ¿Hay cosa que más cuadre sino que la misma Estulticia sea trompetera de sus alabanzas y cantora de sí?

Erasmo corrector

No es difícil imaginarse a Erasmo leyendo por necesidad páginas y páginas no siempre comprensibles, aportando talento donde quizás faltara, y evitando que el ego del autor se cuele por completo entre las páginas del texto y termine por hacerlo ilegible. Desde entonces hasta hoy, la corrección de textos es un trabajo tan necesario como ingrato. La mayoría de las veces pasa desapercibido y, sin embargo, es absolutamente necesario para asegurar la calidad de un texto escrito. Hay quien, erróneamente, cree que los correctores tecnológicos desplazarán al ojo humano. Quizás estos agoreros no saben o pretender no entender que, como dijo Marijula Balakrishman en su Manual práctico para la corrección de estilo, corregir es mucho más que evitar errores: “su objetivo no es meramente la expurgación de defectos sino la mejora efectiva del texto”. Erasmo de Rotterdam, corrector de textos, ora pro nobis.