Dicen quienes conocían bien a Victoria Amelina que ella era todo luminosidad en medio de una guerra que es tan siniestra y oscura como todas. Esta escritora de 37 años había abandonado su carrera como novelista para documentar los crímenes de guerra cometidos por Putin en territorio ucraniano. Tenía una clara conciencia, como tantos otros conciudadanos, de que en su país se jugaba una batalla decisiva por la supervivencia del mundo libre. Ese mundo imperfecto, pero asentado sobre derechos humanos y libertades, al que la mayoría de los ucranianos han decidido pertenecer dejando atrás una historia repleta de subordinación, miseria e ignominia. Victoria Amelina cenaba en una pizzería del oriente ucraniano junto a una delegación colombiana cuando un misil impacto sobre el inmueble, segando la vida de 13 civiles, entre ellas la suya.
Solidaridad colombiana
Amelina estaba rodeada de amigos colombianos cuando fue herida por el misil. Se había unido a esta delegación, agradecida con lo que representaba: un grupo de personas venidas de otro continente para mostrar su apoyo a un pequeño país invadido por una potencia militar (¡Aguanta Ucrania!). Entre ellos el famoso escritor Hector Abad Faciolince y el periodista Jaime Jaramillo. Ellos fueron los últimos en conversar con ella. Tras haberse encontrado en la Feria el Libro de Kiev, habían decidido viajar juntos para seguir adelante con esta iniciativa solidaria venida de un país que conoce bien el sinsentido de la violencia.
Quién era Victoria Amelina
Victoria Amelina era ante todo una escritora creativa. Pero no solo. Hace años recibió el Premio Joseph Conrad que la catapultaba como una promesa de la literatura de su país. Un hogar para Dom es probablemente su novela más conocida, traducida a varios idiomas. Además, escribía relatos para niños.
Al comenzar la guerra, Amelina se replanteó sus prioridades. Se unió en 2022 a la organización de Derechos Humanos conocida como Truth Hounds. Su objetivo era, desde entonces, documentar los crímenes de guerra, ayudar a dar a conocer la barbarie de un conflicto y recuperar las voces de la dignidad que sobreviven a los bombardeos sobre la población civil.
Hace unos meses había encontrado el diario de otro escritor secuestrado y asesinado por el ejercito ruso durante la invasión de Jarkov, Volodimir Vakulenko, y estaba ayudando a que su testimonio no cayera en el olvido. Como el testimonio de tantos otros escritores y artistas ucranianos protagonistas de un renacimiento cultural surgido 100 años atrás, cortado de raíz por los soviéticos.
Otra escritora, Irene Karpas, explicaba con elocuencia la hermosa pero dura labor con la que se había comprometido Amelina: «Había tanta fuerza, profundidad y talento en esta joven frágil y, sobre todo, amabilidad. No sé cómo logró hacer lo que hizo: mirar a los ojos a las personas que sufren por la ocupación y, al mismo tiempo, escribir con calma lo que no se puede escuchar en paz».
Un sentido adiós, cargado de gratitud
Dos centenares de personas se congregaron en Kiev para dar su último adiós a Victoria Amelina y homenajear su coraje y valentía. Hector Abad Faciolince, el novelista colombiano que estaba sentado frente a ella cuando un misil acabó con su vida, ha prometido dedicar los próximos meses a cultivar la memoria de Victoria. Se lo debe, ha dicho, a su hijo de 10 años. Nosotros, todos los seres humanos con convicciones democráticas, tenemos una deuda eterna de gratitud con Victoria Amelina. Qué la tierra te sea leve.